Pinta mal para Oxfam desde que The Times desvelara algo que no era del todo secreto aunque ha aireado y actualizado los detalles de nuevas miserias.
No creo que salgan de esta sin heridas de importancia. Quizá una de las vergüenzas, más allá de la gravedad de los presuntos delitos de acoso y abuso sexual, sea la del encubrimiento de los mismos.
De una manera u otra intentaron llevar el asunto “de forma interna” lo que se antoja un encubrimiento, cuando lo saludable, honesto y justo hubiera sido denunciarlo para que, en caso de ser necesario, la justicia hiciera su trabajo. Una confesión pública de la existencia de sus gusanos hubiera sido un ejercicio de transparencia doloroso pero digno y hasta defendible.
Ahora no van a encontrar paraguas para detener el diluvio de pedruscos que va a caer.
Roland van Hauwermeiren, el fiestero que organizaba fiestas con prostitutas en Haití, con los recursos de la organización y a las que acudían cooperantes, fue apartado de Oxfam con un pacto silencioso y terminó trabajando para otra ONG en Bangadesh, cuando parece que unos años antes ya había estado envuelto en un caso similar en Liberia.
Pinta muy feo, bajas de socios, dimisiones y despidos y retirada de apoyo de algún personaje públicos, además, se extienden la noticias de otros abusos en otros países y también en otras organizaciones internacionales.
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