El coronavirus no deja de sorprendernos. Entre los efectos secundarios más inesperado, el último es su capacidad de hacer visibles a los temporeros, esos miles de trabajadores extranjeros que recogen la fruta en España. Ha sido infectarse unos cuantos, y de pronto volverse visibles: reportajes en prensa y televisión, actuación de administraciones, reacción de vecinos, y yo mismo escribiendo por primera vez un artículo sobre temporeros después de años pensando que el melocotón que me acab&oacut...